NUEVO LAREDO
Una banca frente al Hospital General Solidaridad ha sido para César su cama día y noche mientras llegaban las noticias; su esposa de 38 años pereció víctima de Covid-19. Ahora regresará la mitad de sus cenizas a Nicaragua y la otra mitad las llevará con él y sus hijas a Tennessee, Estados Unidos.
Las últimas cuatro semanas para César Blanco han sido eternas, las horas sentado bajo la sombra de los árboles de la plaza Insurgentes parecían no avanzar, sus manos temblorosas apretaban y estiraban su cubrebocas con nerviosismo, pero más por dolor, y no era para menos, perder a su compañera de vida fue un duro golpe.
La noticia de que su amada Yesenia perdió la lucha contra el Covid fue como un balde de agua fría; solo, sin nadie en quién apoyarse ni con quién consolarse, sólo con el fiel perro callejero que nunca lo deja y al que llama “Güero”.
Será tan complicado que él y sus 10 hijas encuentren consuelo, pues el virus les ha arrebatado a lo más amado, a la mujer que lo apoyó siempre.
Aunque no todo ha sido malo, César ha sido testigo mudo de muchas historias dramáticas, del sonido de las sirenas de las ambulancias, el llanto y gritos de dolor y ayuda para enfermos que llegan moribundos en busca de auxilio.
“He visto de todo, desde excelentes médicos hasta los que no lo son, como una doctora que trabaja en el turno nocturno; en mi caso, ¡ufff! -suspira-, todos se han portado padrísimo, a todo dar los médicos, nada más hay una doctora que ha cometido muchos errores; bueno, es muy déspota, el viernes llegó una ambulancia con un paciente Covid, lo tuvo casi 40 minutos ahí frente a esta área y luego llegó otro paciente que traían caminando y no lo quiso atender, lo regresó caminando, entonces yo ahorita puedo señalarles quiénes son excelentes médicos”, manifestó César.
Reconoció que por su conducta con los familiares de los pacientes, tuvo un enfrentamiento con ella, por lo que pidió ponerse en su lugar, ya que entonces estaría igual que ellos, pero parece no importarle, sigue tratando mal a las personas.
“En mi caso, trato de verle el lado bueno, de que es así porque está sola y tienen mucho paciente por atender”, dijo.
HA SOPORTADO DE TODO
Para poder hacer frente a su estancia en esta ciudad, César buscó empleo, ya que al no tener familia aquí, debía al menos sacar para los gastos de su esposa y los suyos, pasando calores infernales, algunas veces hambre y hasta lluvias, pero nada que no pudiera soportar.
Con palabras entrecortadas y voz pausada por el dolor que le impedían hablar, dijo que el saber que su esposa Yesenia tenía Covid fue un duro golpe para ambos, pero nunca imaginó que la perdería, pues no presentaba ningún problema crónico.
“Aquí yo vi muchas cosas, yo traje a mi esposa con tiempo y ni así la libró, y mucha gente los traen cuando se están reventando”, mencionó, al tiempo que suspiró profundamente, pues sólo su suegro sabe de la muerte de Yesenia, falta su suegra, pero no quieren decirle porque padece del corazón.
Sin embargo, ahora él se prepara, porque sólo las tres hijas mayores saben que su madre falleció, faltan las más chicas, y no está listo para entregarles sus cenizas, pues lo más difícil no es que la familia no esté contigo, sino decirles que murió.
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